Manual de túneles de carretera

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3.4. Recomendaciones generales

En este apartado se incluyen recomendaciones generales para quienes tengan en cuenta el factor humano a la hora de proyectar un túnel nuevo o de adecuar uno existente. Su objetivo no es relacionar las principales recomendaciones técnicas recogidas en los informes de PIARC en relación con la influencia del factor humano en la seguridad, sino que trata de resumir las principales recomendaciones metodológicas a aplicar cuando se desee prestar especial atención a estos aspectos.

Desde este punto de vista merecen subrayarse las tres siguientes:

  1. necesidad de tenerlo en cuenta lo antes posible, en el momento de los estudios,
  2. la gran importancia de tener en cuenta el trabajo desarrollado en el ámbito de la integración de los factores humanos y organizativos en la seguridad,
  3. el interés de los ensayos para validar soluciones innovadoras susceptibles de ser aplicadas.

La primera de ellas concierne en particular al diseño de túneles nuevos, para lo que es fundamental tenerlo en cuenta desde el primer momento de los estudios. Ello debiera permitir considerar los principales factores que condicionan el comportamiento de los usuarios en los túneles de carretera. Entre éstos se pueden mencionar:

  • los ligados al contexto local, por ejemplo al tipo de tráfico y por tanto al tipo de usuarios (locales, profesionales, abonados, etc.),
  • elementos de contexto ligados a las infraestructuras existentes antes y después del túnel que se planifica (lógica de continuidad del itinerario),
  • la existencia de otros túneles en el itinerario o próximos a él,
  • túneles transfronterizos en los que se debe prestar especial atención a las estrategias y medios a aplicar para comunicar con los usuarios.

La segunda concierne a tener en cuenta los trabajos llevados a cabo en el campo de la integración de los factores humanos y organizativos con respecto a la seguridad y trata principalmente de utilizar los conocimientos adquiridos hasta el momento en materia de seguridad vial en general, y de evacuación en situaciones críticas en particular. Ello puede concretarse de dos formas: bien por las lecciones aprendidas en los trabajos desarrollados en este campo (por ejemplo recomendaciones de PIARC), o bien implicando en el proyecto a especialistas en psicología. La conveniencia de participación de estos expertos merece ser considerada, tanto para el diseño de túneles nuevos como para la renovación de los existentes. Evidentemente ello no se aplica más que en los proyectos más importantes con características particulares (túneles transfronterizos y/o túneles especialmente largos, túneles de dimensiones reducidas, etc.).

En este tema, y tal y como ya se ha hecho en infraestructuras a cielo abierto, es necesario ser muy prudentes antes de aplicar una solución técnica que a primera vista parezca satisfactoria. Las lecciones aprendidas de incidencias reales o de los numerosos ejercicios realizados en túneles, muestran en efecto que las opciones técnicas efectuadas por ingenieros especialistas en el campo de los equipamientos y la seguridad no siempre son las más apropiadas desde el punto de vista del comportamiento del usuario.

Independientemente de la posible implicación de especialistas en psicología, es necesario efectuar consultas a todos los actores que han de estar implicados en todas las fases. En particular, los servicios de intervención deben de estar estrechamente vinculados en el diseño de los equipamientos de seguridad (debe prestarse especial atención a los destinados a la autoevacuación de los usuarios).

La tercera recomendación se refiere a las pruebas y ensayos necesarios para validar opciones innovadoras cuando éstas sean deseables. Ya se ha aprendido mucho sobre lo que hay que tener en cuenta en relación con el comportamiento humano. Se invita a los proyectistas a tener en cuenta el factor humano una vez hayan adoptado todas las medidas de seguridad precisas en el túnel. Cuando se considere necesario desarrollar medidas innovadoras no deben descuidarse las fases de ensayos previos (de laboratorio, prototipos, etc.), ni las pruebas in situ. Sería muy útil que estas pruebas se llevasen a cabo con el apoyo de expertos de humanidades. Su objetivo será la validación de las medidas de innovación propuestas, antes de su implantación.

Como conclusión general no se puede más que recalcar la necesidad de mostrar mucho pragmatismo y humildad en este campo. Un principio básico consiste en preferir soluciones simples e intuitivas siempre que sea posible, en línea con lo que se hace habitualmente en la práctica en condiciones a cielo abierto. Este tipo de enfoques aseguran que las medidas implementadas puedan ser correctamente comprendidas y adoptadas por los usuarios.

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